viernes, 13 de marzo de 2009

enamorarse es un suicidio


oiNomEd


Nunca creí que algún día dejaríamos de ser amigos, pensé que íbamos a envejecer elegantemente emborrachándonos en algún lugar de esta ciudad, riéndonos de ellos, los demás, los que jamás serán como nosotros, o es que de repente nos convertimos en ellos?. Cuando el vínculo se rompió estábamos a muchos kilómetros de distancia no sólo físicamente y se que estuve posponiendo la última resaca y el último tinto contigo, la última llamada por teléfono, las últimas lágrimas, las últimas risas, la última reflexión del libro leído, el último chisme farandulero underground y siempre pensando en momentos anteriores siempre siempre. Nos convertimos ajenos cuando nos conocimos?. Cambiamos demasiado y ahora somos lo que siempre fuimos?, ¿dónde quedamos los dos? cuánta distancia hay ahora entre mi chaleco anaranjado y tus pantalones cortos, entre las uñas largas y el perder el estilo, entre las risas sarcásticas demoledoras de ánimo y el vino tinto derramándose en nuestra garganta, dónde estamos entre el olor del revelador y las fotografías nunca tomadas, dónde estamos ahora entre el ruido y el silencio de nuestro silencio, entre el orgullo y el respeto, entre el preciso momento y el olvido, entre el parque hundido y el café humeante, entre la oscuridad y la proyección de ideas, en la hora en que salía el sol y nuestro corazón se hizo pequeño entre el humo del cigarro, las últimas cervezas por favor. Querido y querida, escribíamos en el cuaderno a rayas las últimas palabras que nos ataban a un pedazo de historia que nadie más podría descifrar, y si lo hacían mi recomendación es que cerraran la boca, dejamos de creer en nosotros para creer en alguien más, resolviste el enigma, aquel que no te ataba a los humanos, descubriste que aquello a lo que más le temías si existía y que amar quizá si podría ser un suicidio y te arriesgaste. Sonrío. Sonrío porque fuimos los mejores actores de nuestras interminables noches de vino tinto, otra cerveza por favor, déjame burlarme un poco más, de ti, de mi, del taxista, de la que baila raro, de los tullidos, de los cajeros automáticos, de los olvidados, de las luciérnagas, de los travestis y la droga que nunca conseguimos, de las palabras y los mohines exaltados, de los ojos rojos maquillados, de el enemigo de la sociedad, de victory noy vengeance, de oscar, de paola, del demonio de la bodoque…
Déjame sonreír
Porque quizá los demás no lo hagan
Sonreiré por ti y por mi
Y por la historia que nunca revelaremos ni siquiera en un laboratorio fotográfico.

P.A.

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